Tormentas

A veces, las tormentas llegan por extrañas casualidades, cuando no estamos preparados para recibirlas, simplemente tocan a la puerta o entran por la ventana y se acomodan por un tiempo largo e indefinido con sus rayos, truenos y relámpagos. Nos resulta difícil dimensionarlas cuando nos atrapan en su centro sin que ninguna fuerza nos permita desprendernos de ellas y estar ahí nos impide verlas desde la perspectiva adecuada para sortearlas. Es entonces cuando es necesario ampliar el horizonte y verlas a la distancia , aún tan grandes como suelen y pueden ser, pero podemos constatar que tienen un principio y un final. Es cuando debemos navegar sin perder el rumbo hasta que vaya quedando atrás y sí, empapados y zarandeados, veremos de nuevo la luz del sol.

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